domingo, 22 de noviembre de 2009

La madre que me parió

ring ring
- dime

- Mamá! que estoy en el aeropuerto que salgo para Barcelona, me acaban de nombrar directora comercial de la empresa!

- ya!, y seguro que con las prisas te has dejado la cama por hacer (chasquido de lengua) aaaaay señor, señor....

lunes, 2 de noviembre de 2009

Con el pesimismo de la inteligencia y el optimismo de la voluntad


Nunca encontré un aforismo que definiera mi “yo”, con esa vocación exclusiva, excluyente e intemporal, que se pretende de cualquier frase lapidaria, y que una vez elegida, imprime carácter ya que tiene como finalidad ser usada a granel en cuantos foros, páginas y demás herramientas weberas varias se honran con la presencia de uno. Debe elegirse cuidadosamente, porque será el elemento que nos acompañe, bien en firmas, bien en cabeceras, y que por ser usada en un lugar de confluencia multitudinaria, y por definición, ha de ser elegida con sumo cuidado, por ser de todo punto imprescindible el poder distinguirnos autodefiniéndonos de forma clara, exacta, concisa, que se vea que somos profundos, con un toque de humor a ser posible, que resulte chocante, de forma llamativa....pero no mucho; no muy conocida, para que se sepa que uno ha leído lo suyo, a la par que sea clarificador del tipo de persona maravillosa que se es, pero tampoco mucho, no vayamos a decepcionar….

Visto lo visto en los círculos cibernéticos que me muevo, sigue estando en vigor.

Y he de confesar que yo también las he usado, uso y abuso, luego reniego de ellas para tiempo después retomarlas. He vagado por “aut caesar aut nihil” para dar firmeza a mi voluntad contra todo pronóstico y alcanzar una meta; “todos van a la suya, menos yo que voy a la mía” cuando necesitaba tener que reafirmarme en mi individualidad, y justificar mis decisiones; “voy dura de pasiones montada en mi ola única” emulando torpemente a Neruda para justificar mi pertinancia, y así “cienes y cienes” cómo diría mi muy querida amiga Eva.

Hoy en esta frase acuñada a Antonio Gramsci, se abre una revelación, una gran verdad tan inmutable como universal (afirmación basada en las casi 58300 entradas que recoge Google) a la par que subjetiva, vale... no soy la única, me hubiera gustado descubrirla y apropiarmela en exclusividad, pero no ha sido así, pero puedo afirmar que sí, que esta soy yo.

Sólo mi voluntad me sigue manteniendo en pie. Sólo mi férrea voluntad me ha permitido escapar a mi sino natural. Sólo mi voluntad y determinación hace que me levante cada día. La vida me ha cundido mucho. Tengo tantas experiencias acumuladas, que me vuelven más sabia más consciente pero no por ello más feliz.

Me gustaría tener fé, para aferrarme a algo trascendente que me sirviera de bastón en el que apoyar mi voluntad, o para hacer dejación de la misma en manos de entes superiores. Pero no he sido bendecida con este don y por tanto son mis decisiones con aciertos y errores las que me ayudan o abofetean en el camino.

Me gustaría saber odiar, para externalizar las consecuencias, y que las circunstancias sean quienes tomen las riendas de la voluntad, pero soy demasiado responsable como para no asumir que de una manera u otra yo también he sido la causa de cuanto he vivido.

Pero hay cosas que la voluntad no puede conseguir, como explica magníficamente en su libro Juan Antonio Rivera (lo que Sócrates le diría a Woody Allen). Porque son residuales, porque se consiguen si no se persiguen, y entre ellas el amor. Nunca pensé que diría esto, y si lo digo es porque cierto anonimato me protege. El amor no es debilidad, es motor, es ilusión, es luz y yo me siento como un opositor que lleva tiempo preparando un examen, ahora estoy preparada pero… no hay convocatorias abiertas.

Sólo temo que me fallen las fuerzas, levantarme un día y no poder con mi alma, porque si pierdo la fuerza, me pierdo yo, y hay todo un mundo por explorar, y eso, a los que nos movemos por voluntad es como decir que hay mil vidas todavía por vivir.