miércoles, 5 de mayo de 2010

Arturo Pérez Reverte (y la madre que le parió)




Cabrón, hijoputa, hijo de puta (que no es lo mismo), y otras lindezas tengo el gusto de leer actualmente en que he retomado el gusto por los artículos breves de aquí mi primo, contundentes y contumaces. Y ante semejante fuente de inspiración se me han desatado los caballos, soy así de influenciable, que le vamos a hacer!

Que andaba yo cabizbaja y con el glosario amputado por mi voluntad de autocensurarme el lenguaje tan castellano como soez, cuando de repente descubro que el haber vivido mucho y con alto riesgo para la salud de uno, te legitima a decir lo que te salga del pirri porque no temes a nada, por cuanto de inútil tiene este sentimiento en la mayoría de las ocasiones.

Y me he pensado para mí, que sí, que tiene razón, que yo también lucho contra los frentes que tengo abiertos, bien sean a través de la amenaza constante de ser invadida por la bolas de pelusa que crecen en el pasillo de mi casa (y que te juro no desaparecen por mucho que las fustigue con el látigo de mi indiferencia, para que luego digan que no hay mejor desprecio que no hacer aprecio, ja!); ser profesional liberal, que es como ser pilingui pero alquilas por horas el alma en lugar de los bajos; madre adiestradora de fieras salvajes, o lo que es peor, de seres impasibles, y tanta retahilas de cosas que me niego a escribir para que no vuelvan a mi conciencia y acabe derrotada sacando bandera blanca.

Es cierto que no he visto más atrocidades que las que se empeñan en mostrar en las noticias, cada vez menos, pues en el share de mi casa están relegadas al siempre instructivo Bob Esponja y sus tribulaciones en la piña debajo del mar; Aquí mi primo el académico (grande eres!) las veía y las vivía pero también recibía su reconocimiento y estipendio, y aunque ahora se dedique a escribir y enarbole su saturación para decir cuanto le sale de los mismisimos, yo también ando saturada, por idénticas razones y diferentes circunstancias, y por tanto legitiman mi decisión de seguir diciendo lo que me salga del higo porque se me acabo la paciencia, la empatía y las ganas de ser políticamente correcta. Eso sí, en chulería andamos parejos y eso no hay quien me lo discuta y no podría encontrar mejor aval para el pepito grillo que me joroba tanto la conciencia.


Que si alguien es un borrico, lo es, y eso no es usar adjetivos descalificativos, simplemente es describir con la misma naturlidad como decir el cielo es azul, y si uno es un cabrón, lo es, y si es un hijoputa, pues también, que ya me está tocando los cojones tanta empatía y ponerse en el lugar del otro, y pobrecito entiendelo que quizás ha tenido un mal día, y que en el fondo no es mala persona.... pues claro! No te jode! Ni tortura gatos, ni participa en genocidios, pero cabrón lo es un rato largo!.

Hay gente tóxica, lo dice Tere. No todo el mundo es bueno, eso dice la Marí, y yo a base de ostias, (sigue sin convencerme esta visión lo juro por tus niños) estoy aprendiendo, sino a rechazar de plano determinados personajes, si obviarlos para prevenirme de todo mal y a cambiar el lenguaje, que ya dijo no sé quien que así se reorganiza el sentimiento, o yo que sé! Pero agusto te quedas un rato, y además si va y el susodicho/a se entera y quemas las naves, a otra cosa mariposa que hay personas que si merecen tiempo y esfuerzo.

Dedicado especialmente al cliente de “yo-esto-no-lo-sabia-me-tendrias-que-haber-avisado” ¿de qué te tendría que haber avisado hijo de la gran puta? ¿De que si metías la mano en el cajón igual te podían pillar?

2 comentarios:

  1. ¡Qué alegría volver a disfrutar de tus escritos! ¡Qué alegría volver a disfrutar de ti!

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  2. Gracias, ya sabes aquello de las ollas exprés, por algún lado tienen que aliviarse, y yo lo hago con las teclas, no sé si mal o bien, pero que agusto me quedo chica!
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