
Hace tiempo un compañero del club nos hablaba de cómo instruía a sus alumnos en la necesidad de tener un "refugio". Algo que les permitiese volver en cada ocasión en que fallaban los resultados. Un sitio donde volver a empezar, retomar....
Tenía razón. Cuando parece que todo falla, que no sabes qué estás haciendo mal, hay que volver al principio, a la técnica básica de cualquier deporte, calmarse y retomar para seguir avanzando.
Luego te das cuenta de que sí, que es un consejo sabio y no sólo en técnica deportiva, también para la vida.
Cuando todo parece que se desmorona a tu alrededor hay que volver al refugio, a lo que te hace encontrarte a tí misma, lo que eres, lo que quieres, todo. Un refugio ha de ser cálido y sólido. Un refugio no pueden ser risas y copas. Un refugio es físicamente mi pueblo, mis amigos y mi familia. Ahí recupero el calor y una buena opinión sobre mi misma. Soy afortunada por poder volver al refugio del amor desisteresado tantas veces como lo necesite, porque siempre me aguarda como una madre amorosa y me susurra al oído mi valía.
He intentado buscar otros refugios, como este blog, pero abuso del mismo. Vuelco histórias o situaciones que me duelen para acto seguido arrepentirme y borrarlas. No, no quiero tener ante los ojos cosas que son útiles mientras las escribes pero luego te recuerdan dolores propios y estupideces ajenas. Si he de buscar un refugio en este blog, lo es y será el sentido del humor. Unas veces socarrón, otras cínico, tontorrón o con mala leche. Pero no colgaré ninguna historia que no me produzca hilaridad al leerla, y ahora ando entretenida viendo por donde le saco punta a la última......